Es muy importante para cualquier niñ@ acceder al entorno social sin traumas. Es primordial para su crecimiento.

Mas o menos a partir del segundo/tercer año de vida, el niño o la niña comienza a interesarse con sus iguales y poco a poco a interaccionar y relacionarse más con ellos creando mayores distancias con su progenitora. Es el inicio de la integración en el mundo social, el ver al otro, reconocerse como diferente, asumir normas... Es muy importante la manera como se produzca esa separación, porque puede derivar en miedos, debilidad, destructividad y rabia o, por el contrario, en autonomia, independencia, seguridad, agresividad,...

Con todo ello se ha ido creando una sistemática de trabajo que crea un vinculo afectivo con el niño o la niña en los diversos encuentros, posibilitando un acercamiento relajado, sin violentar el ritmo. Al ir observando al educador y confiando en él cada vez más, se crea un vinculo que hará posible su independencia real.

También se crea una relación con la madre-padre durante el tiempo que está en el centro, que ayuda a ser complices y comprender cosas de los niños o niñas.


Periodo de adaptación

Una vez se ve clara y oportuna la incorporación del niño o la niña a la actividad diaria de la escuela, llega el periodo de adaptación.

  • Fase de inicio: Se conoce el espacio, la realidad del grupo heterogéneo. Primero viene acompañado de mamá o papá, que le acompaña durante el periodo que se considere.

  • Fase de desarrollo: La familia está en otra sala, accesible pero separada de la actividad de la escuela. Sabe bien dónde está mamá o papá. Puede ir solo o sola o con el educador. Acude, se refugia, se reasegura… y vuelve a separarse y a investigar en el nuevo mundo. Según se vea oportuno, el adulto empieza a irse algún rato, alargándolo cada vez más si se ve que se acepta positivamente.

En esta etapa es vital el vínculo que se establece con el educador como puente entre los mamá-papá y el mundo social. La confianza, el contacto y la seguridad del educador le ayuda a crear sentimientos positivos.

  • Fase final: En cada fase el niño o niña se va quedando con más seguridad. Se relaciona más con otros niños y niñas y participa más de las actividades. Un día sorprende al adulto diciéndole que se vaya, que se queda solito o solita. Ha llegado el momento de la independencia sana.

Después puede haber algún retroceso. Vuelve a pedir que se queden mamá o papá. No lo interpretamos como algo negativo, sino como parte del un proceso positivo. Es habitual. Responde a la necesidad de reasegurarse para alcanzar la plena independencia.